Caminaba después de haberte enviado un mensaje de texto. Pensé que nos encontraríamos en la puerta del museo de bellas artes de la ciudad, pero para mi sorpresa te cruce de camino por la peatonal. Una de las pocas veces que nos hemos cruzado.
Te dedique una sonrisa y vos solo me disparaste un “hola” desalentador.
Salude a tus amigas y hable unos minutos con una de ellas, después de un rato nos fuimos los dos solos a una conferencia raramente interesante, pero al poco rato te aburriste y me propusiste irnos. Salimos, cruzamos la calle hacia una plaza, charlamos un rato sentados sobre el frío pasto en un rincón oscuro del lugar y luego te pedí un beso. Me preguntaste: ¿Por qué lo pedís? No recuerdo que respondí, pero te bese por un hermoso rato. Nos levantamos, caminamos hacia la parada de tu colectivo, te bese, y solo te fuiste.
