miércoles, 28 de julio de 2010

Pequeño flash


Mi vieja me despertó cerca de las dos de la tarde. Di unas vueltas en la cama y me levante para luego ir hasta la cocina/comedor, donde mi hermanito ya estaba.
Sobre la mesa había milanesas de carne, ensalada de rabanitos y una gaseosa además de los cubiertos y platos, etc.
Me moví con el cuerpo dolorido y los sentidos apesadumbrados hasta acomodarme en una silla. Comí unas milanesas y algunos bocados de ensalada sin pensar en nada más que el sabor del momento.
Me pare y agradecí a mi madre por la comida. Recién ahí me di cuenta que aun no había preguntado a mi hermanito como estaba hoy. Me sentí mal. Le pregunte.
Fui hasta el living, donde tome uno de los cigarrillos de mi vieja y lo fume tranquilamente. Después de eso agarre mis llaves y salí a caminar por el barrio.
Empezaba a disfrutar ese paseo siestero de invierno, cuando una camioneta vieja y destartalada paro al lado mió. Un hombre de aspecto sucio y poco amigable me pregunto de muy mala manera donde quedaba calle “el tablón”. Sentí unas increíbles ganas de mandarlo a su puta madre por dirigirse a mí con tanta mala onda, pero me limite a mentirle. Lo mande en una dirección opuesta a donde verdaderamente estaba la calle.
Seguí caminando hasta pasar por la puerta de un kiosco, y decidí entrar a comprar atado de puchos.
Mientras buscaba el producto, la vieja que atendía me pregunto a que me dedicaba. –A nada.- Le conteste. Me dijo que por mi aspecto había pensado que yo era un artista, y me contó que frente a su casa, vivía un joven músico que al parecer tendría grandes condiciones. Me alcanzo el cambio, el paquete, le di las gracias y me fui.
Llegue hasta una de las avenidas principales de la ciudad. El sol se explayaba soberano sobre esta, haciéndola parecer mas ancha. Los autos entonaban su réquiem de humo toxico al tiempo que sonreían burlones con sus parillas delanteras, y sus ojos de mica.
Llegue hasta un cyber. Entre. El muchacho que atendía portaba una cara de culo terrible. Le pase un pendrive que tenia en el bolsillo, y le dije que me haga tres copias de cada archivo Word. Cuando estuvieron listas, le pague y me retire.
A las pocas cuadras me di cuenta que me había equivocado en el tipo de letra. Pero decidí volver otro día.
Pensé a donde ir entonces. Opte por volver a mi casa.
Cuando llegue mi madre me preparo el aparato para hacer nebulizaciones con el remedio que el neumonologo me mando.
Pobre mi mamá. Que me prepara la comida y los remedios como si fuese un chico pese a mis 23 años. Pobre ella que se esfuerza verme bien, y solo me ve deprimido, drogado y enfermo. - Ojala pudiera estar bien para mi familia.- Pensé.
Siempre los trato bien, y aunque a veces discutimos, nos queremos mucho. Siempre me digo que lo mejor que podría hacer por ellos es irme lejos con mis penas.
Hacia meses que yo no tomaba terapia con el psicólogo. Estaba pensando en retomarla.
Mi vieja insistía en que empiece alguna disciplina como Yoga o Reiki. - Es una buena mujer. Aun cree en esas cosas, y esta bien.- Dije para mis adentros.
Pero por el contrario yo creía en las ciencias que los hombres han hecho brillar a fuerza de locura y dolor. De descubrimientos que solo pueden haber salido del más extremo nido de curiosidad y ambición.
La mire con mis ojos triste y esboce una sonrisa.- En algún momento lo voy a intentar.- Le dije. Estaba seguro de que no me creyó.
Fui hasta la habitación de la computadora y me puse a escuchar música. Encendí un cigarrillo y observe como el humo se esparcía en el aire.
Pensé luego en como cada nota y cada célula rítmica le daban sentido al tiempo que pasaba. Como cada armonía formaba un concepto único del futuro. Me quede ahí. Tratando de llenar mi vacío interior con la tenue luz del monitor

domingo, 25 de julio de 2010

Suspiros.

La noche explotaba entre mis suspiros y las lagrimas que solo nacen para volver a morir. El calor de la estufa quemaba los recuerdos que querían escapar, mientras mis dedos se volvían amarillos por sostener los cigarrillos que solo se consumían intermítales.
Que violento es mirarse a un espejo después de escuchar a la ciudad eructar una vez más.
Que triste es sostenerse en la literatura que ahonda las muertes pragmáticas.
Mire mis uñas pintadas de azul y me di cuenta que estaba volviendo. La vida pega vueltas interminables y no importa la estética del sonido.
“Ahora ya no lloras” decía él. Y yo me quede ahí, viendo la luna pintar la noche y las calles que albergan al enfurecido frió.

domingo, 11 de julio de 2010

Esperar

Estaba fumando marihuana y leyendo unas fotocopias de la facultad. El viento parecía traer a personas que pocas veces cruce en la enfrascada senda nocturna.
Volví mi vista hacia los apuntes, pero esta vez no los leía, me deje seducir por los pensamientos que me llevaron a preguntas sin respuesta y soluciones sin sentido.
La oscuridad penetraba en mi mente pese a que la luz del sol aun atormentaba mi momentáneo estado de animo.
Pareciera ser que la espera es un concepto que solo pasa por la desesperación de quien busca algo.
Enrolle mis apuntes como si no me importaran, y lastime mis manos con algunas piedritas que decoraban el lugar.
Camine un tramo de unos 100 metros solo para darme cuenta que estaba dejando atrás todo en lo que creía.
Camine esos 100 metros interminables y salte del escalón de la esperanza.
Salte y nunca volví.

lunes, 5 de julio de 2010

Olvidar


Importante azul es aquel que te da los dolores, los de adentro…los que afirman que estas vivo.
Aunque liviano es el pesar de la velocidad, las nubes corren paralelas a tu mente y tu expresión de idiota.
Es agudo el estilete que apuñala tu corazón. Es pesado, aplasta tu prudencia por sobre todas las cosas. Convierte tu carne en una dura moneda de infinitas caras y la devuelve a la mística existencia.
Entonces fumas en tu pipa de pesares cada momento, cada instante.
No vales ni lo que las mentiras pueden decirte.
Estas frente a un espejo riendo mientras tu alma esta clavada en una silla. Y el tiempo se convierte en azufre. Se derrite en tu esperanza y la vuelve de un color opaco.
La luna grita tu nombre repetidamente, pero no escuchas. Solo vuelves la mirada hacia el lado menos pensado.
Tramas tu vida en un segundo y luego te limitas a olvidar lentamente.
Olvidas y olvidas, caes, te levantas, muerdes tu vida
Hablas, hablas y callas….