miércoles, 23 de febrero de 2011

A mi viejo.


A veces necesito un abrazo y esa afirmación estupida, absurda: “Todo va a estar mejor”. Frase que solo tiene sentido acompañada del dolor y del incierto futuro. Pero los días pasan, y solo hay mas silencio en esta tumba. Solo respuestas sigilosas y escurridizas. Solamente razones que se comprenden en la inmóvil e intransigente soledad.

Viejo: Aun trato de entender por que no estas, pero cada explicación me lleva mas cerca del silencio eterno y quejumbroso.
Mientras mas busco respuestas, mas entiendo lo que me dicen los héroes muertos de nuestra biblioteca.
Mientras mas ayuda busco, mas vacío esta el mundo.

Ahora se porque ya no querías despertar por las mañanas.
Ahora se porque te ahogabas en vino cada noche.
Ahora entiendo que tu óbito, es la explicación de una vida que a veces no tiene motivos.

Todavía escucho ese ultimo suspiro ensordecedor, esa exhalación de tu alma inocente.
Te llevo en mi espalda, sos mi cruz y mi apoyo, mi esperanza y mi muerte de cada día.

Nos vemos en algún lugar en el cual la Fé sea innecesaria.
Nos vemos cuando el conocimiento sea el sustento de los imbeciles.

sábado, 19 de febrero de 2011

Aire 2


Después de un ensayo, de un proyecto que dura lo que la métrica predice, mi conciencia se hilvana con el esfuerzo inapropiado que a veces precede a una idea.
De la tierra se extrae la incógnita. Una obsecuencia que no logro entender, y creo que vos tampoco. O a lo mejor, ahora el camino es una masa de felicidad irreal e insostenible veracidad.

¿Qué decirle al blanco espacio que queda en el vacío?

¿Qué forma darle al tiempo, si a mi guitarra no le quedan cuerdas?

¿Que teoría es tan sumisa como para dejar conforme una mente sin estribos?

¡Aire! Aun lo recuerdo, esgrimiendo la tenebrosa y sátira evidencia que atravesó el tiempo. Muriendo en una noche infinita, que se desarmo fácil, como un juego de legos viejo y gastado en las manos de un niño sumido en soledad.

– Entonces:

Ahí, entre los últimos cigarrillos de la cajita, quedaba la esperanza, apagada y desechada como herramienta de lúgubre imparcialidad (pero no hay definición alguna).

viernes, 4 de febrero de 2011

Sentido.


Aun en los días de mi muerte, sonrío al destino ¡Ah! El impertinente y glorioso éter que consume el tiempo, que enzarza los pensamientos y los petrifica en indeseables conclusiones.   
(Aun le sonrío).

Me lleva lejos la congoja que me ata a la silla, me hace volar, hasta que el recuerdo, como un animal pesado que asoma sus amenazantes dientes, me obliga a aferrarme otra vez al mueble y su tapiz de colores reales.

 Mi mente se bifurca en la búsqueda tonta de la ética colectiva, que divide mi corazón humano en mil partes.

Un susurro del silencio, me trae una pregunta que se desliza por el pesado aire:
¿Verdad, que no hay castigo mas lascivo que el de mirarse al espejo, romperlo
 y cortarse con pedazos del  mismo?

Soy una caja cerrada, llena de respuestas incorrectas, que solo se volverán acertadas si mi espíritu se desvanece.