viernes, 4 de febrero de 2011

Sentido.


Aun en los días de mi muerte, sonrío al destino ¡Ah! El impertinente y glorioso éter que consume el tiempo, que enzarza los pensamientos y los petrifica en indeseables conclusiones.   
(Aun le sonrío).

Me lleva lejos la congoja que me ata a la silla, me hace volar, hasta que el recuerdo, como un animal pesado que asoma sus amenazantes dientes, me obliga a aferrarme otra vez al mueble y su tapiz de colores reales.

 Mi mente se bifurca en la búsqueda tonta de la ética colectiva, que divide mi corazón humano en mil partes.

Un susurro del silencio, me trae una pregunta que se desliza por el pesado aire:
¿Verdad, que no hay castigo mas lascivo que el de mirarse al espejo, romperlo
 y cortarse con pedazos del  mismo?

Soy una caja cerrada, llena de respuestas incorrectas, que solo se volverán acertadas si mi espíritu se desvanece.

2 comentarios:

  1. Muchas veces no comprondemos a los demás y otras tantas no nos compredemos a nosotros mismos...todo es parte de la vida amigo ACEPTEMOLOS.
    Besos para ti con mucho cariño.
    mar

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  2. "hasta que el recuerdo, como un animal pesado que asoma sus amenazantes dientes," qué buena imagen , dada. Qué texto.
    saludos

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